Dos cadáveres fueron descubiertos a más de 100 metros de profundidad, frente a la costa de Niza, en diciembre. A falta de los análisis que lo confirmen deben de ser dos buzos deportivos que desaparecieron el 4 de diciembre de 1993.
Unos buzos sumergidos por la misma zona vieron una silueta humana a más de 100 metros de profundidad, según la gendarmería marítima de Niza muchas pistas les llevan a creer que son ellos y solicitaron un robot del Centro experto en buceo e intervención humana bajo el mar (Cephismer), una unidad de la Armada Nacional, para encontrarlos y recuperar los restos.
El robot, que puede sumergirse a más de 1.000 metros interviene habitualmente para ayudar a los submarinos en peligro, en operaciones anticontaminación o en investigaciones submarinas.
La máquina, controlada a distancia por tres operadores, no podía ver más de 5 metros por las condiciones del mar y estuvo tanteando durante seis horas y acabó encontrando los restos a 103 metros de profundidad: un chaleco estabilizador, aletas, botellas, todo colocado en el fondo, parcialmente cubierto de cieno. El 12 de diciembre, en una nueva inmersión recuperar al buzo, y tras descender el robot a 113 metros para facilitar la recuperación del material que faltaba por recoger, vieron al segundo buceador. Las autoridades judiciales están realizando análisis de ADN para identificar los cuerpos y el fiscal encargó a la marina una investigación para determinar las causas de la muerte.